Fue protagonista de una famosa payada con Gabino Ezeiza, en Pergamino, hacia octubre de 1894. |
Nació en San José de Flores (hoy Ciudad de Buenos Aires, en ese entonces Provincia de Buenos Aires), el 25 de enero de 1864. Hizo sus primeros estudios y luego los secundarios, pero debió abandonarlos por dificultades económicas. Sin embargo, continuó estudiando en forma irregular, lo que le permitió ejercer la docencia. Fue maestro de escuela, y también se dedicó al periodismo. En 1887, redactó “La Ortiga”, periódico que salía en San José de Flores dedicado a la literatura, crónica y crítica.
Adquirió notable fama como guitarrista y payador en la última década del siglo XIX. Por entonces las barriadas, los cafés, las peñas, eran los escenarios donde se presentaban los payadores. Los viejos almacenes de San Telmo, San Cristóbal y San José de Flores, por no citar sino tres barrios, constituyeron verdaderos ateneos de canto popular. Ningún payador de fines del siglo XIX y principios del XX, dejó de concurrir a las tertulias que se realizaban en un rincón de esos almacenes a la vera de pilas de bordalesas de vino, y frente a la botellería que se alineaba en los estantes.
La actuación en bodegones ahumados y trascendidos a yerba y vino, no disminuyó el orgullo artístico de los payadores ni quebrantó el prestigio de los auditores eminentes, porque todos llegaban allí en función de un arte, en procura de una emoción estética superior, de un culto a las tradiciones patrias, lo cual excluía cualquier sugestión de vicio.
Pablo Vázquez realizó sus primeras actuaciones en 1880, y su encuentro importante lo tuvo con Nemesio Trejo en la cancha de la calle Moreno 1884. Esta payada duró trece horas, durante las cuales mantuvieron una actuación pareja, que se inclinó por momentos hacia uno u otro de los contendores. El jurado dio su triunfo a Trejo.
La fama de Vázquez creció de inmediato, pues fue el payador más aclamado en los suburbios, y la gente de campo se disputaban el honor de agasajarle, rindiendo culto a este prototipo nuestro. Cantor de las tradiciones gauchas fueron famosas las payadas que sostuvo con el negro Gabino Ezeiza, en Pergamino las noches del 24 y 25 de junio de 1891, siéndole adverso el resultado; luego siguió payando en el teatro Politeama de esta capital.
Pepe Podestá lo incitó a participar en el mimodrama José María, donde volvió a enfrentar a Ezeiza, que pertenecía al elenco estable del circo Podestá-Scotti. El 2 de julio del mismo año, se volvieron a encontrar en Montevideo, En esas tres oportunidades ambos payadores hicieron derroche de ingenio y sutileza, demostrando vasta erudición e improvisando versos que obtuvieron el aplauso popular.
Durante su corta carrera fue llamado “el rey de los payadores” y también “el maestro”, aludiendo a su antigua profesión, y a cierta intención didáctica que asomaba en la precisión de algunos temas.
Otra recordada payada fue la sostenida con el uruguayo Madariaga, que se realizó en el “Apolo”, el 1º de julio de 1894, con una afluencia de público notable al punto de que casi mil personas quedaron fuera del teatro en la calle Corrientes. El sorteo favoreció a Madariaga que comenzó cantando sobre Artigas y Lavalleja. Vázquez le pidió que relatara las hazañas de esos próceres y Madariaga se vio precisado a confesar su ignorancia. Vázquez se explayó entonces sobre el tema de los 33 Orientales y los orígenes de la Independencia de la patria de Madariaga. Se tocaron luego temas argentinos en los que Vázquez pudo lucirse. Luego le pidió a Nemesio Trejo, que se hallaba en la sala, que propusiera un tema, eligiendo el de Santos Vega. Nuestro payador volvió a sobresalir al evocar la poesía criolla, que hizo revivir con los caracteres clásicos de nuestra campaña, y la figura legendaria del trovero cantor.
“La Prensa” del 2 de julio documentó que recibió muchos aplausos en el teatro Apolo por la declaración que hizo durante su estada en Montevideo, porque “había cantado las glorias argentinas y diseñado la figura política del doctor Alem”. También se midió con José Betinotti, donde el jurado le fue adverso.
Murió de manera inesperada en Lomas de Zamora (Pcia. de Buenos Aires), el 26 de junio de 1897, a los 33 años de edad. Padecía una dolencia del corazón que lo preocupó durante años. Su desaparición fue muy lamentada, y los restos que recibieron sagrada sepultura los despidió su amigo Betinotti, que también le dedicó una sentida composición.
Hombre afable, instruido, exquisitamente espontáneo en sus manifestaciones, fecundo, y con una portentosa facilidad para la improvisación ocurrente y satírica, profunda y llena de conceptos, era a la vez, implacable en la forma. Se ha publicado en folleto las composiciones populares del malogrado payador.